El 2017, diría yo que igual al
2002 pero con más detonantes sociales, fue el año en el que la llamada “Revolución”
instaurada por el fallecido Presidente Hugo Chávez y heredada por Nicolás
Maduro, transitó y experimentó momentos difíciles e impensables para sus
protagonistas, pero resistió la pela gracias a la protección de los militares;
no hay otra explicación para que terminen el año y lleguen al 2018.
Hace aproximadamente seis meses
un reportaje de la revista Semana, reseñaba que el año más difícil para la
estadía de Maduro en el poder fue el 2016, y no este; efectivamente fue así,
hoy los hechos le dan la razón.
En estos 12 meses pasó de
todo. En enero se instaló el segundo año de la Asamblea Nacional bajo la
presidencia de Julio Borges, pero casi de inmediato el Tribunal Supremo de
Justicia aplicó medidas que ya comenzaban a ponerle una camisa de fuerza al
parlamento para asfixiarlo y finalmente en un hecho sin precedentes en
Venezuela, dar un golpe de Estado institucional, al arrebatarle las
competencias.
La oposición unida salió a la
calle para rechazar inicialmente este hecho inédito, durante cuatro meses ininterrumpidos
las protestas en la capital y las principales ciudades del país pusieron en
jaque a Nicolás y su régimen; durante ese tiempo vimos perder la vida de 120
jóvenes que sólo luchaban por un mejor país; pero también fuimos testigos de la
furia de un gobierno acorralado y contra las cuerdas.
La cifra de detenidos pasó de
los tres mil; la de violación de DDHH se perdió de vista y la de torturados
igual; sin embargo, la calle no se abandonaba, no había miedo y paradójicamente
eso le daba más temor a Maduro que al pueblo; pero todo terminó cuando desde la
misma oposición se dijo que la protesta ahora sería encerrados en la casa por
48 horas sin ni siquiera mirar por el balcón, cosa que llamaron “paro
nacional”.
Aprovechando las grietas que
ya empezaban a marcarse en la Unidad, el régimen aprovechó y aplicó el “ácido”
con la elección de la Asamblea Nacional Constituyente; consumada y ya en
ejercicio fraudulento, convocó las elecciones regionales y posteriormente las
municipales; ¿resultado? El partido de gobierno barrió con todo.
Ahora bien, a pesar de que el
régimen dice estar fuerte, de la boca para afuera, lo cierto es que hay una
especie de calentamiento de la etapa final de la “Revolución”, y no es más que
la crisis que hay con los alimentos, medicinas, repuestos, efectivo,
combustible, alto costo de la vida, y para remate, con la electricidad que ha
golpeado duro al Zulia; a tal punto que la Navidad fue recibida en penumbra
literalmente. Durante dos días seguidos lo zulianos fueron víctimas de sendos
apagones que marchitaron el poco espíritu navideño que quedaba.
Esa última esperanza la tienen
sobre todo los seguidores al régimen, ellos se van debatir en vivir en la
miseria el resto de sus vidas o cambiar para siempre, si ese 30% de ciudadanos
no rompen las cadenas y entienden que nos llevaron hasta lo más profundo y que
sólo de pan no vive el hombre pues, esa última esperanza desaparecerá; y así
como muchos, nos tocará emprender otro camino, mientras tanto apuesto al 2018 a
la sensatez y al cambio absoluto del peor gobierno de la historia venezolana.
Me despido, agradeciendo a
estos medios de comunicación que me permitieron este 2017 emprender una nueva
etapa en mi carrera como articulista de opinión y a los lectores por su
confianza, fidelidad y comentarios. Nos leemos en el 2018.
Edward Rodríguez
@edwardr74