lunes, 31 de diciembre de 2018

El reto de Guaidó



Hace un par de años atrás, acompañé a Juan Guaidó en una gira de medios en el Zulia, en solidaridad con el dirigente y diputado del Consejo Legislativo del estado Zulia (Clez) para ese entonces, Lester Toledo, perseguido y obligado abandonar el país por denunciar la corrupción del gobernador Francisco Arias Cárdenas.  

Entre una visita y otra, recuerdo que Guaidó me relataba sobre su adolescencia y la experiencia que vivió junto a su familia durante la tragedia de Vargas ocurrida en diciembre de 1999, la cual lo marcó para siempre; su casa se inundó y tuvo que a abandonarla junto a su mamá y hermanos para ir a refugiarse en el municipio Machiques. Tras la “normalización” de la situación lograron recuperar la vivienda, pero la familia se dividió.

Sólo el que vivió el desastre de Varga, y los que lo cubrimos como periodistas, sabemos lo que significa perder todo en cuestión de horas y quedar a la deriva, deambulando y sin un futuro en el horizonte.

Guadió es hijo de la tragedia de Vargas, lo que me hace considerar que la sensibilidad social es parte de él, parte de su esencia como persona. Su lucha social comenzó en el 2007 tras el cierre de Radio Caracas Televisión (RCTV), posteriormente se incorporó a una organización política y desde ese momento acompañó a varios dirigentes en ese duro camino en el que a unos los llevó cárcel, al exilio y hasta a la muerte.

Juan Guiadó, con apenas 35 años de edad, ahora tiene un gran reto al presidir desde el próximo 5 de enero de 2019 la Asamblea Nacional.

Lo primero que considero debe tener en cuenta, es estar consciente que esa presidencia es producto de la expresión de un acuerdo nacional de los principales partidos políticos, compromiso que han respetado y al que se llegó luego del triunfo de las parlamentarias en diciembre del 2015, fecha histórica y de quiebre, pues la oposición demostró que sí se le puede ganar al Gobierno de manera contundente, y el Gobierno también entendió que puede perderlo todo.

Lo segundo a tener presente es la sensatez para dirigir al único poder legítimo y autónomo que sigue en pie a pesar de los zarpazos y ataques de lado y lado; y que ha frenteado a este Gobierno que no respeta ni las señales de tránsito. Con aciertos y desaciertos, los antecesores de Guiadó culminaron sus períodos, y eso es importante reconocer y destacar. 

Dicen que aprender de los errores es importante, pero lo es más si no se cometen nuevamente, es decir, ni excesos con la lengua, ni silencios para pasar por debajo de la mesa.

El próximo presidente de la Asamblea Nacional, por cierto, el más joven de la historia, recibirá un Parlamento en el que sus colegas y compañeros diputados no cobran, y sus trabajadores lo hacen a medias, razón por lo que hay que organizar  la casa primero para poder funcionar y evitar que se le caiga encima, pero eso sí, que no lo consuma esa situación. Hay que avanzar en la instrumentación de leyes, mantener la posición de lucha contra el Gobierno y tener la inteligencia de no dejarse llevar por la emoción, ni pisar los peines de las adulaciones y egos.

De entrada tendrá que marcar el destino de la gestión, sin desgastarse en peleas superfluas por la presencia o no de un cuadro del fallecido Hugo Chávez; hay que recordar que a partir del 10 de enero estaremos en presencia de un Presidente de la República ilegítimo que poco le importa ese título y que se sostiene con los poderes construidos a su medida, y que precisamente en el 2019 cumplen nada más y nada menos que 20 años en el poder.

La razón deberá imperar en todo momento pues el radicalismo y el fulano cuento de camino de que el Gobierno esta caído, que el trabajo internacional ya está listo para despojar al inquilino de Miraflores, es sólo parte de la ficción.

El reto de Guaidó estará en mantener a la oposición unida, que actualmente no lo está, cabalgar sobre las diferencias y tener claro que a veces es mejor un mal acuerdo, que un juicio exitoso; entre la estupidez y la locura sólo hay un paso. 

A Guaidó lo acompaña el tiempo, es decir, estar en el momento preciso y a la hora indicada; pudieron ser otros, pero ya eso no es tema de discusión.

El 2019 será un año crucial para Venezuela.
Edward Rodríguez
@edwardr74


martes, 18 de diciembre de 2018

Nicolás Grinch



Sin duda la conjugación del nombre del símbolo de la Navidad “capitalista”sin la palabra Santa, y la antítesis de la alegría como es el personaje verde y misterioso al que no le gusta la felicidad decembrina, cobra un sentido especial para los venezolanos al unir estas dos palabras; “Nicolás Grinch”.

Este diciembre, que aún no termina, puede traernos sorpresas como ha ocurrido en los últimos años: los famosos Dakazos, jugueterías, supermercados y todo lo que significara bajar los precios, regalar la mercancía y candado a los comercios, pudiera tener una versión nueva antes del 31.

Nicolás en seis años ha llevado al país a casi una quiebra absoluta, sólo que ya aprendimos, en carne propia, que arruinar una nación no se logra de la noche a la mañana, por el contrario, lleva tiempo y dedicación, y vaya que en Venezuela le han puesto un camión de ganas y trabajo para hacerlo en tiempo récord.

En el 2013 por citar un ejemplo económico, la inflación fue de 53%, pero cinco años después es de más de 700 mil por ciento; si a producción de crudo se refiere, tenemos que de dos millones 500 mil pasamos a un millón 200 mil; también tenemos la emigración más alta en 19 años y la cual se acentuó en los últimos seis años. Cifras van y vienen, pero ninguna baja de los cuatro millones de venezolanos que salieron huyendo del país en busca de un mejor porvenir.

Las universidades casi desiertas aguantando la pela, alumnos y docentes dejando aulas desiertas, los hospitales sin insumos, las estadísticas de enfermedades ya  erradicadas en siglos pasados vuelven a la palestra, los militares cada vez más subordinados.

La calle apagada, pero como dicen por allí “la república va por dentro”, ya ni los bolívares alcanzan pese que le quitaron ocho ceros, y lo más asombroso: los dólares tampoco alcanzan para vivir, algo inimaginable. Un pan de jamón que cuesta 12 dólares en Miami, en Venezuela está 7 dólares “por ahora”, de tamaño  pequeño y sin mucho jamón; si de las hallacas se trata, el precio también es internacional.

Este es más o menos el resumen del Nicolás que está en Venezuela y que ahora de manera inconstitucional espera proclamarse como Presidente por seis años más, pregonando el socialismo.

El 10 de enero de 2019 posiblemente veremos una coronación, una juramentación con la presencia de los concejales, gobernadores, gabinete, milicia, misioneros e invitados especiales turcos, cubanos, iraníes, chinos y rusos así como también sus entrañables y chulos “amigos” Evo, los beneficiados de las isla caribeñas y el infaltable Daniel Ortega.

Leía en estos días una entrevista que le hizo el diario El País de España a Slavoj Zizek, filósofo esloveno muy controversial; donde decía que él no defiende el viejo comunismo, sino un nuevo comunismo globalista, hablaba de los nuevos retos como  son la ecología y renovar el estado de bienestar, entre otros puntos. Lo paradójico es que en Venezuela no están con el pasado, ni con el futuro.

Zizek  advirtió durante años que Hugo Chávez acabaría mal, porque “no veía lo nuevo”, sólo era “un Fidel con dinero, no resolvía los problemas, echaba dinero a los problemas”. Quizás valdría la pena preguntarle qué opinión le merece del sucesor de  Hugo.

Al final el Grinch terminó entendiendo y queriendo la Navidad, no se si Nicolás lo llegará a hacer algún día.
Edward Rodrígurez
@edwardr74

martes, 11 de diciembre de 2018

Se busca un líder



John F Kennedy dijo: “es hora de una nueva generación de liderazgo”, en Venezuela todo parece indicar que estamos en búsqueda de esos nuevos líderes.

Cuando las sociedades llegan al punto de hastío y saturación de la política, comienza la hora cero para que los partidos reflexionen y la oposición, en este caso, se siente a pensar y  a tomar medidas drásticas para cambiar el rumbo de cómo están llevando las cosas. 

Sin duda, la abstención en las elecciones de concejos municipales celebradas el domingo 9 de diciembre marca un hito en la historia electoral del país, primero, por el desconocimiento total sobre quiénes eran los candidatos; y segundo, por la bajísima participación en el proceso, prácticamente ocho de cada diez venezolanos inscritos en el Registro Electoral Permanente no fue a votar.

Quienes salieron a decir que no convalidaron el “fraude electoral”, no ganaron; y los que llamaron a participar tampoco obtuvieron el triunfo, optaron por un saludo a la bandera. Ambos bandos al final se equivocaron pues mientras no exista unidad los resultados serán los mismos: una derrota implacable.

¿Qué dice la gente en la calle? La respuesta es sencilla: están cansados del gobierno y cansados de la oposición, no ven un liderazgo que esté por encima de las dificultades, no hay alguien que los enamore, que les diga para dónde ir, que los defienda y que dé la cara por todos. Visto esto, prácticamente estamos a las puertas de la anti política.

Se busca un líder desesperadamente, no sé si rencauchado o nuevo. El más reciente estudio de la encuestadora Delphos  presentado por el Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), da cuenta de la necesidad de definir un líder que dirija la lucha por el cambio político en Venezuela,  60% de los consultados en una muestra de 1.200 casos piden que surja un nuevo líder fuera del chavismo, eso refleja que los que están no son aceptados.

¿Cómo elegirlo? La oposición sabe cómo hacerlo, y también tiene experiencia en eso, pues recordemos que en el 2012 se realizaron unas Primarias presidenciales donde resultó electo Henrique Capriles para enfrentar al ahora fallecido Hugo Chávez. Hoy ese mismo estudio señala que 58% de los entrevistados opinan que ese nuevo líder debe escogerse pronto y que el método debe ser por medio del voto.

Aunque un gran porcentaje de los venezolanos no salió a sufragar el 9 de diciembre, recordemos que el voto es la herramienta que la mayoría considera necesario para salir de este desastre de gobierno, la cuestión es que hay que inspirar nuevamente esa forma de lucha, por eso cuando se les pregunta ¿cuáles acciones deben tomar los ciudadanos para cambiar su situación? El 61.3% opina que votando. En un minúsculo grupo quedan las pretensiones de golpe de Estado o intervenciones extranjeras.

Vistos estos números, creo que a los partidos les toca dar un paso al frente, dejar los egoísmos, poner de un lado las posiciones personales y autoritarias y recordar a Winston Churchill cuando decía: “nunca llegarás a tu destino si te detienes para arrojar piedras a cada perro que te ladre”.

En Venezuela, se busca un líder.
Edward Rodríguez
@edwardr74








martes, 4 de diciembre de 2018

AMLO y su luna de miel


Un amigo suele decir que “lo único que uno se lleva al cementerio es lo comido, lo bebido, lo bailado y lo escuchado”; esta cita la traigo a colación luego de ver y escuchar, sobre todo escuchar atentamente los discursos de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), durante su toma de posesión como Presidente de México el pasado sábado 1 ero. de diciembre; sentí como si viniera del futuro y aterrizara en el presente de los hermanos del país de las rancheras.

Las similitudes del nuevo mandatario de México con las del difunto Hugo Chávez son impresionantes; sin duda, ambos se leyeron el manual del populismo latinoamericano.

La primera semejanza es el carisma y la victoria legítima y legal tras el proceso electoral; lo segundo es la narrativa discursiva cargada de anécdotas, cuentos y presentación como todo un “catedrático” con amplios conocimientos en cualquier tema, como por ejemplo: asfaltado de calles, crianza de los hijos, etc.

La anécdota del día fue la de la joven ciclista, que burlando la seguridad, se acercó a su carro en marcha cuando iba camino al Congreso de la Nación y le dijo: “tú no tienes derecho a fallarnos”; así arrancó el día y la histórica “toma de protesta” de AMLO; que en Venezuela llamamos toma de posesión.

Por allí dicen que “toda escoba nueva barre bien”; en 1998 llegó Chávez al poder; tras jurar sobre lo que llamó la “moribunda Constitución”, convocó una Asamblea Nacional Constituyente para la redacción de una nueva Carta Magna, que ocurrió efectivamente y que hoy día sus mismos compañeros de partido quieren desechar; también anunció la venta de las aeronaves de Pdvsa y del avión presidencial “El Camastrón”, que por cierto, nunca lo vendió sino que se compró uno más moderno; sin embargo, no entendí por qué Chávez y Maduro se trasladaban en aviones cubanos.

AMLO también prometió vender el avión presidencial y volar en los comerciales. Ver  para creer.

Sigamos; en el Aló Presidente número 79, Chávez  prometió convertir la residencia oficial “La Casona” en un jardín de infancia, cosa que no ocurrió;  sino que quedó como el jardín de sus hijas aún y después de que Nicolás asumiera la presidencia tras ganar las elecciones del 2013; no la pudo habitar, sino que se tuvo que ir a dormir en Fuerte Tiuna.

López Obrador abrió las puertas de “Los Pinos”, residencial oficial de los presidentes mexicanos, y la cual es diez veces más grande que la Casa Blanca, ¿la razón? para que el pueblo mexicano la conozca, pero además para dar la sensación de austeridad y criticar a los gobiernos que los antecedieron, sin embargo, trabajará en el Palacio Nacional que es mucho más lujoso; dice que vivirá en su casa de siempre, eso, particularmente no me parece nada trascendental pues Ángela Merkel también se quedó viviendo en su apartamento y sin tanta propaganda.

El tercer día como Presidente, Andrés Manuel anunció que se comprometía a que todas las semanas, los lunes específicamente daría una rueda de prensa a las 7.00 am para hablar con los periodistas, “sin censura y plena libertad de prensa”; en Venezuela Hugo Rafael también dijo lo mismo en su momento; la historia y el tiempo han demostrado que los medios y comunicadores han tenido que ingeniárselas o resistir para no ser cerrados, tolerancia cero a la información veraz y oportuna.

Lo que particularmente, más preocupa de AMLO es cuando se siente ungido por los dioses, al decir  que  su cuerpo no le pertenece a él sino al pueblo.

Hoy viven los mexicanos una luna de miel cargada de muchas promesas y de muchas flores: cuidado y la revolución nos les sale por la culata. Soy venezolano y vengo del futuro.

Edawrd Rodríguez
@edwardr74

Hay que jugarle limpio a Venezuela

  Después de casi cinco años sin sentarme a escribir un artículo de opinión, que hacía con rigurosidad todas las semanas hasta diciembre del...