“Señor, ¿va a pagar con efectivo?”, es la
pregunta de las mil locha en cada rincón de Venezuela.
Sin
duda alguna, la circulación de dinero en efectivo se ha convertido en un
problema prioritario entre los venezolanos, así como el hambre y la
inseguridad, por sólo nombrar algunos de la larga lista calamidades.
Lo
más rudo es que la falta de “cash” toca
los intereses de todo el mundo, es decir, desde el peldaño más inferior hasta
el más alto, pero como siempre, son los más desposeídos los que reciben la peor
parte. La ausencia de los billetes está contribuyendo a matar a los pobres de
este país.
Cientos
de ejemplo podemos desarrollar en el viacrucis del efectivo. El pasado fin de
semana viajé para Cumaná para participar en una competencia de aguas abiertas,
no sólo se requirió de la preparación física, sino de la preparación
monetaria; debí reunir por varias semanas 100 mil bolívares en efectivo para
llevarme creyendo, ilusamente, que sumado a las tarjetas de débito y crédito la
situación estaría resuelta; pero no fue así; los billeticos duraron en mi poder
día y medio.
Veamos,
si usted decide ir a un día de playa con su familia, se va al pueblo de Mochima,
la lancha la paga a 10 mil Bs por persona, si son cuatro la cuenta hace 40 mil
Bs; llega a Playa Blanca, alquila dos toldos que suman 20 mil Bs más, si decide
darse un gusto y comerse un pescado en familia, el servicio Catalana cuesta 60
mil Bs. Si a esto se le suma el típico helado de los niños, un Magnum a 10 mil
Bs, un jojoto y una oblea a tres mil Bs; en total, el día le sale en 196 mil
Bs, sin meter bebidas, hielo, snacks; y todo tiene que pagarlo en
efectivo, claro está.
Ahora
si el asunto lo miramos desde la óptica del prestador de servicio, tenemos que,
el lanchero hoy hace menos viajes, cobra en efectivo que es inexistente; los
chamos vendedores de jojotos se regresan a sus casas con los baldes casi
completos, no les rota la mercancía; el heladero y la vendedora de obleas corren
con la misma suerte. Si no hay compradores, no hay ventas, todo es un círculo.
Después de diez meses del anuncio del nuevo cono monetario y la salida de circulación del billete de cien, que gracias a Dios fue una bufonada más de Nicolás, hoy ricos, pobres y clase media sufren por lo mismo: la escasez de moneda física.
Después de diez meses del anuncio del nuevo cono monetario y la salida de circulación del billete de cien, que gracias a Dios fue una bufonada más de Nicolás, hoy ricos, pobres y clase media sufren por lo mismo: la escasez de moneda física.
La situación se
agrava aún más con el caso de los abuelitos. Vemos y vivimos con ellos el
calvario en el cobro de las pensiones; después
de las largas e infinitas colas cuando llegan a la taquilla, sólo les dan diez
mil bolívares en billetes de 10.
El transporte público es otra calamidad, los taxistas y las estaciones de servicio son parte del viacrucis diario del efectivo.
Para el que medianamente puede resolver, se somete a pagar comisiones hasta del 30% por el “avance” en efectivo, hoy cajeros y gerentes de bancos, y comerciantes tienen un negocio redondo con esta modalidad; no descarto que funcionarios del régimen o enchufados, así como hacen negocio con el dólar a 10 bolívares para medicina y alimentos; estén haciendo lo mismo con cash.
El 15 de octubre, día en el que debemos salir a votar para seguir avanzando hacia el Cambio, no vamos a resolver el problema de fondo del negocio del efectivo, pero sí vamos a ir frenando al gobierno más corrupto y estafador de la historia venezolana, que se alimentó de la esperanza de un pueblo y lo crucificó en todos los terrenos.
Si algo tienen los aberrantes que conducen este barco llamado
socialismo del siglo XXl, es que el cash
nunca les falta.
Edward Rodríguez
@edwardr74