lunes, 26 de noviembre de 2018

Ozark, made in Venezuela



Semanas atrás terminé de ver una  serie en Netflix, de la que quedé enganchado, pues la trama consistía en cómo un contador lavaba el dinero de  un cartel de la droga mexicana con operaciones en los Estados Unidos;  un negocio rudo y riesgoso al que el protagonista involucró a su familia (esposa e hijos menores de edad) y del que no pudieron salir, por lo menos en las dos temporadas de la serie en cuestión.

Quizás en la tercera temporada salgan de escena, mueran o sigan creciendo en el “negocio familiar”, de lo que no me cabe duda es que al final la justicia los alcanzará y los malos perderán la batalla para que ganen los buenos entre comillas.

Así parece ser la historia que se desarrolla en este momento con el tema de la corrupción venezolana. Las reiteradas detenciones de ex funcionarios del gobierno en países como España y Estados Unidos, testigos protegidos que violaron las reglas y ahora se les incauta propiedades de lujos, caballos, relojes, autos, aviones, yates y pare de contar. Todo, producto de la bonanza petrolera y el descontrol de un gobierno que permitió que se enriquecieran a costilla de los pobres que sólo piensan en la caja Clap y en el Carnet de la Patria y no en el daño que produjo la corrupción.

Seguramente algún director con buena pluma e imaginación pudiera escribir unas cuantas temporadas con diversos actores y familias para los Ozark de corrupción venezolana como por ejemplo  el guión de la historia de un ex escolta de Chávez que tuvo de “mérito” para llegar a la tesorería de la república haber sido golpeado accidentalmente en el ojo derecho por Hugo en un tradicional juego de fichitas, y tener por siempre ese remordimiento de haber sido el responsable de la pérdida del ojo.

Aquel escolta de nombre Alejandro Andrade, le declaró a la fiscalía norteamericana que llegó a manejar mil millones de dólares en soborno;  políticos del gobierno y oposición recibieron dádivas de ese “magnate”, hasta baratos salieron algunos que se conformaron con pasajes aéreos y apartamentos para vacacionar. Más temprano que tarde se conocerán todos los nombres de los “incautos y nobles” voceros de la patria.

Siguiendo los pasos los Byrder, el protagonista de Ozark, pero al estilo venezolano, también tocaría hacerle la historia  a  la enfermera de Chávez, casada con otro ex escolta. La pareja obtuvo tantos “méritos” que llegaron a ocupar cargos en la tesorería de la república y acumularon tanto capital producto de la corrupción que salieron mencionados en los “Panamá papers”.

Adrián y Claudia del combo de Andrade y del primer círculo del hoy fallecido Hugo Chávez, ahora piden clemencia para no ser extraditados a Venezuela porque temen por sus vidas, seguro tienen muchas cuentas pendientes.

El caso Gorrin, es otro candidato a ser llevado a una serie de TV; este señor pasó de ser un abogado desconocido a un empresario exitoso, ahora  con orden de detención en los Estados Unidos e incautación de propiedades.

Rincón, el petrolero de las bodas fastuosas; Villalobos el de la electricidad con chequera para opositores, Aguilera, Salazar, Ramírez, Farías y Rondón son algunos, de la larga lista, sobre los que los escritores y guionistas se deleitarían llevando sus historias a la pantalla chica internacional.  

En conclusión, estamos en presencia de tsunami de corrupción donde el que menos puja, puja una lombriz; hoy más que nunca ni la Cuarta, ni la Quinta son ejemplos de gobiernos transparentes, sin duda alguna tenemos que ir a un adecentamiento de la administración pública con principios, valores y controles. El país reclama, necesita, funcionarios honestos para superar esta tragedia.

El Ozark made in Venezuela pica y se extiende.
Edward Rodríguez
@edwardr74



martes, 20 de noviembre de 2018

La necesaria Unidad ante la hora crucial



Sin duda alguna ante la crisis y el panorama catastrófico que se pronostica  para el 2019, no hay más alternativa que no sea que todos los factores de oposición se unan para un objetivo común que es acabar con la pesadilla que actualmente gobierna.

La “unidad perfecta” no existe, pero la unidad por necesidad sí, y a esa es precisamente a la que me refiero y que parece estar tan trillada últimamente. La sensibilidad sale a flor de piel cuando se habla de UNIDAD, NEGOCIACIÓN O DIÁLOGO en Venezuela.

Evidentemente los resultados han sido nefastos por parte de los negociadores y del gobierno que busca correr la arruga para mantenerse en el poder; el tiempo y la división son sus principales aliados. Recientemente hicimos un esfuerzo en el Zulia en compañía del rector Ángel Lombardi, Jorge Sánchez Melean, León Sarcos y mi persona, por redactar un documento que fue discutido durante 45 días  con los diferentes partidos políticos, ex gobernadores, diputados, cámaras y gremios, titulado “La hora de la democracia”, cuyo objetivo principal es un llamado urgente a la unidad.

En el escrito se plantea el rescate de la esencia de la democracia, la libertad, la transparencia y la tolerancia, puesto que vivimos no en un conflicto entre gobierno y oposición: se trata de la disolución de todos los principios que dieron origen a la República al establecimiento del sistema democrático, los cuales pretenden ser confiscados.

Por lo que  se hizo un  llamado  urgente  a  una dirigencia cohesionada que actúe en base a una estrategia única, puesto sería imposible movilizar a la sociedad venezolana y coordinar la solidaridad internacional y mucho menos formular un proyecto de país posible sin una dirigencia unida que genere expectativas de cambio, de lo contrario será muy difícil asumir un nuevo gobierno cuando el actual llegue a su fin.

Una vez mas y a una sola voz esos 100 firmantes del documento “La hora de la democracia”  hacen un llamado a todos los sectores de la vida nacional  y a todas las regiones  del país, para que se concrete un Gran Acuerdo Nacional  amplio y plural; los esfuerzos del Frente Amplio no son suficientes, al igual que lo de la Asamblea Nacional, si  el liderazgo no está a la altura de las circunstancias todo será en vano.

Los civiles como nosotros tenemos una sola ruta y son las acciones cívicas, son la protesta, es el voto, la defensa del mismo  y  el compromiso para la  construcción de una nueva Venezuela, la ruta del exterminio y del final feliz sin chavismo no está en el ajedrez, entonces nos queda la de entendimiento para no repetir la frase de Bolívar: “he arado en el mar”.

Edward Rodríguez
@edwardr74



martes, 6 de noviembre de 2018

Negociar o morir en el intento



Quizás nunca nos imaginamos negociando en condiciones adversas, perversas o en el justo momento cuando sientes que tu vida está en riesgo o que ya no te pertenece, así vivimos los venezolanos todos los días; ya seas un general de brigada pro gobierno, a quien asesinaron el fin de semana en el estacionamiento de una farmacia en los Altos Mirandinos, o un opositor radical; la delincuencia al momento de actuar no pregunta por la tendencia o color político.

Por eso creo que la principal solución a todos nuestros problemas, comenzando por el derecho a la vida, pasa por salir de este Gobierno que llegó con la firme intención de perpetrarse y cometer todas la atrocidades de rigor que identifican plenamente a un régimen de corte militar, con algunos civiles de pantalla para cuidar las apariencias; pero que al fin al cabo llegaron gracias a una parte importante de venezolanos que creyeron en las promesas de la “Revolución del siglo XXI”.

Hoy por hoy la oposición venezolana prácticamente pulverizada por falta de unidad, por jugar de manera separada y por desarrollar agendas propias, está recibiendo un voto de censura de casi la totalidad de su principal capital político, los opositores de a pie. Claro está, el gobierno sigue trabajando en su permanencia en el poder, usa todas las formas para que la Unidad no vuelva a reunificarse y en eso ha sido clave el tema del diálogo y sus fracasos.

Ahora bien, pese a todas las condiciones adversas siempre se debe estar presto a la negociación; entiéndase bien que se negocia cuando se tiene algo que dar y cuando se está dispuesto a recibir algo y ambas partes comprenden que al final están ganando. En el caso del Gobierno en este preciso momento, saben que el tema económico, las sanciones y la corrupción los tiene atrapados.

Aun y cuando la Unión Europea señaló recientemente que no hay condiciones para el diálogo en Venezuela, yo sí creo que deben explorarse otros métodos de negociación sin ser satanizados; si los esfuerzos pasado se diluyeron y no funcionaron ni siquiera porque contaran con la presencia de la Iglesia, pues es hora de reinventarse.

Una de las opciones pudiera ser la metodología que ofrece el Grupo Boston, bastante sonado recientemente en la opinión pública, y al que personalmente no le lanzaría piedras si no por el contrario, auguraría por un planteamiento claro para el entendimiento entre el Gobierno y la oposición. El Grupo Boston es una red de legisladores venezolanos y estadounidenses originarios del 2002 que dio resultados en aquel álgido momento en Venezuela; hoy sigue activo y sumando nuevos integrantes.

Unas “mesas de ideas”, es la propuesta inicial del Grupo de Boston; las mismas deben estar integradas por miembros del Gobierno y la oposición con ascendencia en las personas que toman decisiones en ambos bandos. Estas mesas tienen que hacerse en un ambiente acorde, dentro o fuera del país, con bajo volumen en la opinión pública.

Lo innovador de este método es que los participantes deben transformarse en una especie de creativos para hacer un “banco de ideas” y opciones para ser revisadas, discutidas y negociadas; porque al fin y al cabo el fin último es negociar, pero no morir en el intento.

Venezuela no aguanta un fracaso más.  
Edward Rodríguez
@edwardr74




Hay que jugarle limpio a Venezuela

  Después de casi cinco años sin sentarme a escribir un artículo de opinión, que hacía con rigurosidad todas las semanas hasta diciembre del...