No más. Me niego, como muchos venezolanos, a seguir
escuchando casos de familiares y amigos que mueren por falta de medicinas o de
insumos médicos como una simple aguja para suturar.
Aunque la situación pareciera pasar de lo grave a lo
cotidiano porque cada día se va haciendo normal oír decir: “fulano de tal murió de un infarto porque tenía seis meses sin tomarse
la pastilla de la tensión porque no la conseguía”, “la vecina de planta baja
falleció porque no se pudo dializar”, etc, etc, no podemos dejar de
recordar que esta es la fiel muestra de la crisis humanitaria en la nos metió
este Gobierno miserable.
Esta semana conocí con Norma Nobles una señora que
desde hace 18 años sufre de diabetes y es insulinodependiente, con asombro le
escuché decirme que desde hace seis meses no se inyecta las tres dosis diarias
de insulina para mantener controlada el azúcar, ¿la razón? No la consigue. No
ha caído en el coma diabético porque la crisis la ha obligado a comer sólo dos
veces al día y esto medianamente la mantiene estable hasta que “Dios y la Chinita quieran”, como ella
misma asegura.
Su esposo, Jesús Zambrano, perdió el empleo, pero vende
café en la calle para medio sobrevivir, se enfermó hace tres semanas y esto lo
llevó a la “quiebra” porque el dinero que tenía para comprar el café y el
azúcar para salir a vender, lo tuvo que usar para comprar la comida que sólo
alcanzó para tres días.
Visita un promedio de 10 farmacias al día, todos los
días, esperando conseguir el frasquito de insulina, pero la lucha es en vano.
Así como su mujer hay actualmente 2.5 millones de venezolanos que sufren de
diabetes según el Estudio Venezolano de
Salud Cardiometabólica (EVESCAM) elaborado por la Sociedad Venezolana de
Medicina Interna entre julio de 2014 y enero de 2017; en el 2016 la diabetes fue la tercera causa de muerte
en Venezuela. Sólo un Gobierno miserable permite que esto ocurra.
El mismo viacrucis viven los pacientes de cáncer, cuya
tasa de mortalidad aumentó a 11% en Venezuela el año pasado. Una persona que
deba ser operado de esta terrible enfermedad hoy en el país cuyo “Padre de la
Revolución” murió a causa de la misma enfermedad, increíblemente tiene que
comprar desde la anestesia hasta un frasco de alcohol.
Olivia Rincón, de 56 años, es sólo un caso, de esos 50
mil que se detectan anualmente en Venezuela, según la Sociedad Venezolana de Salud Pública
y la Red Defendamos la Epidemiología Nacional. La operaron hace un año de cáncer en el útero, y por
no encontrar un catéter para hacerse las radioterapias, la enfermedad le
reapareció, pero esta vez el tumor lo tiene en el riñón izquierdo.
Han reprogramado la operación dos veces porque no
encuentra una aguja para sutura, y tampoco encuentra cuatro donantes de sangre
por quienes está ofreciendo hasta dos millones de bolívares por cada uno que le
dé la sangre que requiere; ya no hay donantes voluntarios la crisis ha llevado
que hasta los glóbulos rojos se pueden vender. Esta es otra realidad sucede a
diario gracias a un Gobierno miserable e indolente.
Las dos historias de estas guerreras y valientes
mujeres que cito en mi artículo son de carne y hueso y reflejan la historia de
miles de venezolanos que padecen cualquier tipo de enfermedad en este país.
No
se puede pensar que la emergencia en salud sólo se vive cuando nos toca la
puerta, esto es el drama diario que lo vivimos todos, a excepción de los enchufados
y los jerarcas del Gobierno miserable que ni siquiera porque su “Comandante
Supremo”, Hugo Chávez, padeció y falleció de cáncer, se compadecen de los
niños, mujeres y hombres que sufren esa enfermedad, por sólo citar un ejemplo
que les toca de cerca.
Edward Rodríguez
@edwardr74