Arrancó la campaña presidencial en México. El próximo 1
de julio, 89 millones de electores, el más alto de la historia, tendrán la
responsabilidad de elegir al sucesor de Enrique Peña Nieto para los próximos
cinco años.
Tres, de los cuatro candidatos, tienen preferencia
según las encuestas. Andrés Manuel López
Obrador, lo intenta por tercera vez, y es sobre quien están puestos los ojos
del mundo debido a la semejanza de sus discursos con los del fallecido
Presidente de Venezuela, Hugo Rafael Chávez Frías, cuando ganó por primera
vez las elecciones en 1998.
Entre lo que ha dicho, y que a los
venezolanos de manera muy particular nos hace sentir una especie de deja vu, está el anuncio de la venta del
avión presidencial, el de bajarse sueldo al llegar a la presidencia, darle más
poder al pueblo para gobernar de la mano con ellos, acabar con el continuismo,
con la corrupción, con el Partido Revolucionario Institucional (PRI), y pare de contar.
Sin embargo, a pesar del parecido discursivo con el
“comandante Supremo” de Venezuela, y sabiendo el daño que le ocasionó en las
dos contiendas pasadas su cercanía ideológica con el socialismo del siglo XXI,
López Obrador ha salido al paso para intentar desmarcarse de los señalamientos,
y por eso en su primer spot publicitario de campaña “denuncia” que le quieren
hacer daño al compararlo con los responsables de la crisis venezolana; y vaya
con qué serenidad lo dice, tal cual un corderito.
El segundo aspirante con mayor preferencia en las encuestas es
Ricardo Anaya del Partido Acción Nacional (PAN), organización que sólo ha gobernado dos períodos
presidenciales, con Vicente Fox y Felipe Calderón respectivamente.
Anaya tiene a su favor la juventud,
se vende como el hombre de frente con el futuro. Inició su campaña rodeado de
jóvenes en un maratón digital con el objetivo de motivarlos para que enviara
propuestas de gobierno, buscando empoderar a ese segmento importante de la
población que exige mayores oportunidades de estudio, empleo y calidad de vida.
En esta elección 12 millones de jóvenes votarán por primera vez; los llamados “millennials” son el segmento que puede
definir el futuro del país azteca.
En contra tiene que su familia reside fuera de México
y esta ha sido una de sus mayores críticas; también lo vinculan con hechos de
corrupción cuando fue parlamentario.
El tercero en las preferencias es
José Antonio Meade, del PRI, organización política con más de 70 años en el
poder y que hoy sigue gobernando con Peña Nieto cuyo gobierno ha sido muy criticado por hechos de
corrupción, escándalos que van desde la compra de la llamada “Casa Blanca”,
hasta la fuga del narcotraficante el “Chapo Guzmán”.
Meade busca desmarcarse de los
colores de su partido por eso en su spot de presentación marca separación con
la corrupción y manifiesta que su única mancha es sufrir de vitíligo; por
cierto, detalle me pareció interesante por la analogía.
Durante mi estadía en ciudad de México, nada mejor que
conversar con los sensores de la política, que no son más que los taxistas y la
gente de a pie; ellos son conocedores de la realidad, no se engañan con los
spot propagandísticos. Parte de lo que aquí he escrito es producto de sus impresiones
sobre la contienda en donde se juegan su futuro, bienestar y progreso; si
estuviera en México no pudiera opinar sobre este tema, pero ya en tierra venezolana,
sí puedo hacerlo y por eso lo comparto con usted, estimado lector.
Ojala que los mexicanos no se
equivoquen y escojan la mejor opción o la menos mala, pues de algo sí estamos
seguros los venezolanos, y es que sí se puede estar peor. Hoy, nosotros que nos quedamos en el pasado y en el
atraso socialmente, al ver amenazas como las que representa López Obrador
sentimos que venimos del futuro.
Edward Rodríguez
@edwardr74
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