Aún un poco ensordecido por
el ruido del motor del avión Tucano en el que se montó Vladimir Padrino, este
fin de semana para enviar una “contundente amenaza” al Imperio yanqui, redacto
este artículo.
No he podido dejar de ver el
video que publicó el aventurero ministro de defensa en las redes sociales, y me
pregunto si tal advertencia daría más risa o más miedo al pueblo estadounidense
o al mismísimo Presidente Donald Trump.
Seguramente al mayor general
le vendieron la idea de aprovechar el ejercicio militar para lanzar el
ultimátum: “si no te vencen, venceremos”; bueno, yo creo que ya de arrancada
estamos vencidos.
Aunque la acción es
inevitablemente risible, por lo menos pudieron guardar las apariencias y en vez
montarlo en un Tucano, avión de ataque ligero, y además adquiridos en el año
1986; pudo subirse a Sukhoi o un F-16, una aeronave con más potencia; pero como
no sabemos en realidad qué pasó, podemos presumir que el ministro de sintió más
cómodo en el Tucano, o simplemente era un chistecito de fin de semana.
Lo cierto es que desde que
el Presidente de Estados Unidos anunció la posibilidad de una intervención
militar en Venezuela, el gobierno de Nicolás festejó dicha amenaza porque la convirtió
en una conveniente fortaleza de cara a las elecciones regionales. Ahora con más
razón, todo es y será culpa del Imperio “mesmo”.
Sin lugar a dudas esas
palabras de Trump sólo representan una bravuconada más, un anuncio
irresponsable e improvisado como suele manejar esta administración de la
primera potencia del mundo, en vez de beneficiar al pueblo venezolano lo que
hace es crear más incertidumbre.
La estrategia del régimen es
movernos por la arena de la confrontación, de la guerra asimétrica, del
despliegue de tropas a las fronteras, de la preparación para el conflicto que
nunca va llegar. Es parte de la campaña de distracción.
Por eso, a lo mejor, volveremos
a ver las fulanas maniobras y los tanques en terrenos fangosos disparando a
“enemigos de cartón” pero al fin y al cabo un ejercicio con más características
mediáticas, que militares.
Recuerdo que como
corresponsal de Rctv en el Zulia en varias oportunidades nos desplazamos a
Paraguachón, cada vez que al Presidente Chávez le daba por cerrar las fronteras
con Colombia cuando tenía alguna diferencia con su homólogo, Álvaro Uribe.
Lo que veíamos en la vía
hacia la frontera eran alcabalas con tres o cuatro reclutas, y gandolas
remolcando tanques sin batería que apostaban en la Troncal. A primera vista
generaba impacto, pero a los cinco minutos se esfumaba. Gracias a Dios nunca hubo
confrontación.
Preocupante y tristemente
las amenazas militares de la Revolución parecieran sólo ser un chiste para
provocar la risa de propios y extraños.
Que el aturdidor ruido del
motor del súper Tucano del año 1986 desde donde el ministro Padrino López habló
el fin de semana no nos distraiga; sigamos en lo nuestro: elecciones
regionales, calle y presión internacional porque eso sí es la verdadera amenaza
contra el régimen de Nicolás y ellos lo saben. Cambio y fuera.
Edward Rodríguez
@edwardr74
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