Inicio estas líneas con una experiencia que viví este
fin de semana. Me tomé con mi familia y amigos unos días; nos fuimos a los
llanos venezolanos, específicamente al estado Barinas, cuna del fallecido
presidente Hugo Chávez, del que por cierto, no hay el más mínimo recuerdo.
En Barinas navegamos, hicimos rafting en dos en los caudales de dos ríos que nacen en los picos
andinos, algo único e inigualable que reconforta, que nos pone en contacto
directo con la majestuosidad y grandeza de este país, y por su puesto nos llena
de fuerzas, esperanzas y un sinfín de motivos para seguir luchando por
Venezuela.
Cuando nos conducían del pueblo de Acequias hacia el
sitio exacto para navegar, y nos adentrábamos en las montañas, como era de
esperarse, el tema principal de las 25 personas que participaríamos de la
actividad recreativa, fue las benditas elecciones regionales. Sólo tres,
incluyéndome, de los 25, opinamos que tenemos que ir al proceso; mientras que
los otros 22 compañeros se dedicaron a lapidar a la MUD.
Recuerdo comentarios como: “¿Para qué vamos a participar, para que nos roben nuevamente y Tibisay
vuelva anunciar a la media noche que ellos obtuvieron más o menos gobernaciones
que nosotros?. También decían “los políticos
lo único que piensan es en sus negocios, llegar al poder y nos les importa la
muerte de más de 100 jóvenes en estas protestas”.
Cada argumento más sustentado que el otro y expresado
con mucha vehemencia; todos parecían
analistas políticos con su verdad, vaya tarea tan difícil convencerlos de lo
que yo considero que debemos hacer: participar en las regionales.
Allí estábamos, los tres contra 22, un debate desigual
en número pero había que darlo antes de llegar al río, nuestros argumentos se
basaron, primero en, defender la calle como acción principal, es en la calle donde
hemos demostrado al régimen y al mundo que somos una gran mayoría y con una fuerza
inquebrantable; hasta en los pueblitos del llano como Acequias han salido manifestar,
no nos hemos enterado porque no hay medios que lo reseñen.
El segundo argumento expuesto fue la presión
internacional que han emprendido nuestros políticos en el exilio, nuestros
compatriotas regados por el mundo; y las esposas de los presos y perseguidos
políticos del régimen, gracias a todos estos esfuerzos hoy más países están más
pendientes de Venezuela y actuando en la medida de sus posibilidades para
contribuir en la lucha por la democracia en el país.
Finalmente el tercer y más emblemático argumento fue,
el deber y el derecho a votar; si no lo
hacemos nosotros, el régimen con el pírrico y escuálido apoyo que les queda, volverán hacer lo que hicieron con la elección
de la Constituyente. Ellos juegan a que no nos inscribamos, juegan a
desmoralizarnos; si no participamos ellos se siguen quedando con el país, pues
las elecciones las van hacer truene o relampaguee.
En aquellas majestuosas montañas de los inigualables llanos venezolanos me tocó recordarle a mis compañeros de rafting que si nos inscribimos le ganamos la mayoría de las gobernaciones,
como ocurrió en el 2015 con la Asamblea Nacional, donde obtuvimos 113 curules, cuando
las proyecciones más optimistas apuntaban a que serían 80. Contra la soberanía
del pueblo no puede nada, ni nadie.
Soy de los que cree que es mejor correr que quedarse
sentado viendo la carrera, eso sí, tenemos que escoger a los mejores hombres y
mujeres a través de las Primarias para ir unidos y blindados a esas elecciones
regionales, de las que hasta el momento y según un reciente estudio de una
firma extranjera de inversiones, la oposición ganaría 18 de las 23
gobernaciones.
Entonces, ¿Y por qué no las regionales?
Edward Rodríguez
@edwardr74
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