Hay un dicho que reza “el último que se vaya, apaga la luz”;
hago alusión de él para referirme a la fuga del alcalde de Caracas, Antonio
Ledezma, quien pasó más de mil días de encierro entre recintos carcelarios y su
domicilio, que al final por muy cómodo que fuera, seguía estando preso.
Ahora bien, ver que un luchador y un líder político de la talla y temple de
Ledezma, se fue de Venezuela nos obliga a preguntarnos: ¿qué quedará para
nosotros que aún seguimos en el “país potencia” hecho añicos por la revolución
del siglo XXI?
Debo decir que me contenta que Ledezma huyera por las vías principales
desde Caracas hasta la frontera con Colombia, y no por las trochas. Su traslado
contó con la ayuda de militares no me cabe la menor duda, pues cuando hay fuga
en un penal siempre existen dos elementos: la complicidad interna y el factor
sorpresa; ambas se dieron en este caso.
La verdadera historia de cómo salió el ex alcalde de Caracas la sabe él y
dos personas más, ni tonto que fuera para relatar con pelos y señales de cómo
ocurrieron los hechos. No se puede poner al descubierto el punto débil del
régimen, es decir, no se puede delatar la ruta y la ayuda que pueda ser útil
para cualquier perseguido político.
Quizás algún día, o de pronto ya alguien debe estar recopilando las
historias de las fugas de nuestros dirigentes políticos perseguidos por el
régimen, conozcamos un poco más los detalles de lo que Ledezma definió como una
experiencia “peliculezca”; por más plan de contingencia que se tenga el susto y
la adrenalina deben ir abrazadas y con un solo objetivo, vivir y pensar en la
familia.
Antonio movió el ajedrez. Sin duda alguna hará un papel histórico y de
mucha ayuda desde el exilio, su voz tendrá más auditorios, y más puertas de
palacios presidenciales en el mundo se abrirán para recibirlo a pesar de las
pataletas de Nicolás, que dicho sea de paso, tiene sin cuidado a la comunidad
internacional.
En medio de la euforia que ha causado el “golazo” que
le metió Antonio al régimen; al huir del país sin problema alguno, y ser
recibido por el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy; considero
prudente que todo dirigente político venezolano en el exilio debe tomar en
cuenta la recomendación de Fernando Mires, “yo respeto a los cubanos que
quisieron conducir a la resistencia desde Miami, pero sólo hay que mirar cómo
les fue”. Desde fuera no se puede conducir un proceso donde uno no participa.
En esta nueva jugada que le anota un punto muy valioso
a los millones de venezolanos que demandamos el fin de la crisis y un cambio
urgente; creo necesario que tanto los políticos exiliados, magistrados del TSJ
legítimo, la fiscal Ortega Díaz unifiquen esfuerzos y remen todos hacia una
misma dirección, de manera que el sacrificio que están haciendo al dejar por
obligación su patria en busca de una solución a la inédita situación de
Venezuela, no sea en vano y arroje resultados lo más pronto posible porque el
pueblo ya no aguanta más.
Antonio se mueve en el tablero como muchos otros
actores políticos, aquí la lucha sigue por salir de este desastre, la luz
no se apaga y falta mucho para que salga el último.
Edward
Rodríguez
@edwardr74
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