Coherencia o pragmatismo, he
ahí el dilema. Estos dos términos mantienen divididos a los venezolanos de cara
al próximo proceso electoral del 10 de diciembre, y el cual pareciera que
cuenta con todas las garantías de abuso y arbitrariedad de un Gobierno, que a
su antojo, quita y pone fecha de elecciones como si de un jarrón chino se
tratara.
Apenas se anunció la jornada
de inscripción de candidatos y se dio el pitazo de partida, salieron a aspirar
hasta los que usted menos se imaginaba; por eso defino la política
como “el arte de lo posible”, en donde si usted suma dos más dos, no son
cuatro si no que son cinco; o si resta tres menos tres no es cero, si no uno. En
fin así es ese negocio de la “política”.
Vimos a militantes de Primero
Justicia inscribirse con la tarjeta de otros partidos pese a la posición de su
directiva de no participar; los adecos también se inscribieron, pero Ramos Allup
se lavó las manos al mejor estilo de Poncio Pilatos; colegas periodistas
también salieron a inscribir sus nombres para participar en las municipales.
También fuimos testigos por
las redes sociales, de la inscripción de la candidatura Yon Goicoechea a la
alcaldía del Hatillo, horas después de haber sido liberado; lo propio hizo
Manuel Rosales quien aspira nuevamente a la gobernación del Zulia tras ser
habilitado para ejercer cargos políticos, hace menos de una semana.
Ahora bien, frente a este
panorama, cuando escucho hablar de los “argumentos coherentes” para no participar
en las elecciones me parecen muy válidos, igual me ocurre, pero en menos
proporción, con los “argumentos pragmáticos” del porqué sí se debe participar.
El problema radica en definir ¿quién fue primero, el huevo o la gallina?
La fraudulenta Asamblea Nacional
Constituyente fue la que convocó los procesos electorales, y tanto para esta
elección municipal como para las pasadas regionales del 15 de octubre, ambas fueron
convalidadas por los actores políticos de la oposición que participaron;
entonces entramos en el dilema: ¿Cuál sería lo coherentemente pragmático?
Sin duda alguna, el elector
hoy está mucho más confundido, sacarlo de ese trance, motivarlo y convencerlo
de ir a votar, es la tarea que le toca hacer a los candidatos por un lado; así
como luchar contra los abstencionistas, por el otro lado. Una guerra titánica
en el mismo bando opositor.
Valga señalar que si de algo
estoy seguro es que el 10 de diciembre, por los vientos que se soplan, ganará
la abstención; primero, porque es un proceso electoral de tercer nivel que
genera poca participación, y segundo, por tener tres campañas al mismo tiempo y
para alcanzar el mismo objetivo. La primera es la del Psuv y sus mentiras; la
segunda y tercera es la de la Unidad dividida en: defensa del voto, y en no
botes tu voto.
Sin duda, un panorama no muy
alentador pero sí aleccionador, pues si la oposición no enrumba el barco en unidad
de criterio, en intereses comunes y en el respeto al ciudadano, ambas
tendencias terminarán erosionando el instrumento del voto, recordemos que en el
juego trancado gana el Gobierno y pierde Venezuela.
El futuro del país sigue en
juego y ahora está en las manos de los coherentes y los pragmáticos; cada uno
con fuerza, con argumentos, y con el deseo común de poner fin a esta pesadilla
para construir una nación de progreso y oportunidades para todos por igual.
Edward
Rodríguez
@edwardr74
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