Nada más fácil y rápido que decir un “por ahora”. No
gané “por ahora”, no lo logré “por ahora”, “por ahora” me retiro y “por ahora
los objetivos no fueron cumplidos”, Chávez lo dijo en su momento y quizás
muchos políticos alguna vez también lo hayan dicho, así que no es una frase exclusiva del
difunto Hugo Rafael, ni que creo el ahora ex candidato presidencial colombiano,
Gustavo Petro, haya querido expresarla
para emular a Chávez, cosa que no hacen ni Correa ni Evo al menos que le
dieran un chequecito.
De los casi 37
millones de ciudadanos inscritos para votar en Colombia, 10 millones lo hicieron
por Iván Duque, ocho millones por Petro y casi un millón votó en blanco, el resto se abstuvo.
Matemáticamente Gustavo Petro sacó muchos votos que pudieran interpretarse como
anti gobierno, anti uribistas, anti partido tradicionales o antisistema, eso suele pasar siempre en estos países latinoamericanos.
Gustavo Petro
trató de distanciarse del
discurso de izquierda aun y cuando todos los militantes de esa tendencia
ideológica lo apoyaban. Tiene cola de cochino, cara de cochino, oreja de
cochino, ¿qué es?, Un cochino. Por lo tanto los que votaron por él, en su justa
mayoría y respetando la inteligencia humana lo hicieron conscientemente.
Para los venezolanos es aterrador pensar en gobiernos
de izquierda, la experiencia que hemos vivido en estos 19 años ha sido nefasta,
hemos visto que gobiernos altamente corruptos antes de la llegada de Hugo Chávez,
el llamado “socialismo del siglo XXI” superó a los anteriores, con creces en
corrupción, destruyó las empresas, acabó con el ciudadano, con los alimentos y
la producción interna, encarceló a la disidencia, dio poder a los delincuentes
y destruyó un país, mientras sus jerarcas se enriquecieron.
Es aquí donde reza el dicho “nadie escarmienta por
cabeza ajena”, aquellos hermanos
colombianos que vinieron a Venezuela en
los años 70 y 80 huyendo de la guerra
interna generada por la guerrilla y paramilitares, se regresaron a su país,
ahora huyendo de la crisis humanitaria ocasionada por la “Revolución bonita” de
Hugo Chávez y Nicolás Maduro.
En su momento se determinará hasta qué punto influyó en
la campaña comparar a Petro con Chávez, o hasta qué punto la diáspora venezolana
tocó la fibra de los colombianos; me atrevería a decir que lo segundo sí hizo
su trabajo propagandístico, aunque si yo fuese colombiano y viera la barba de
mi vecino arder, me hubiese sumado a los
que votaron por Duque y hubiese apostado no por 10 millones, sino por 15
millones o 18 millones por el buche.
Con esos ocho millones, Gustavo Petro seguirá siendo una amenaza para los
colombianos y en el 2022 pudiera aterrizar en el Palacio de Nariño, que Dios
proteja a los hermanos vecinos.
Mientras tanto, a Iván Duque le tocará la tarea de
gobernar para los diez millones, para los ocho millones que sin duda significan
algo, para el casi millón que le hicieron caso a Sergio Fajardo y para todos
los que no votaron en el proceso electoral. Tendrá que darle respuesta al
acuerdo de paz con la FARC si se respeta o se desconoce y hacer uso de su
capacidad intelectual, juventud, hoy una virtud en gobernantes en el mundo como
el caso de Macron en Francia, o Justin Trudeau en Canadá.
El buen humor, la capacidad de escuchar, de trabajar en
equipo son otras de las virtudes resaltantes en el nuevo Presidente de
Colombia, que tendrá que poner en práctica para llevar un gobierno en paz.
“Por ahora” Colombia no es Venezuela y esperemos que nunca
caigan en el barranco en el que nos metió la desvelada izquierda a través del
“Socialismo del siglo XXI”.
Edward Rodríguez
@edwardr74
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