Definitivamente la
fiscal Luisa Ortega Díaz, debió pensar mucho el paso trascendental y justo que
dio cuando aquella mañana del viernes 31 de marzo de 2017 anunció que se había
roto el hilo constitucional en Venezuela.
El 16 de junio escribí
sobre la funcionaria, y hoy nuevamente vuelvo a hacerlo pues es la noticia del
momento, le toca, exactamente hoy 4 de julio, enfrentar el antejuicio de mérito
que los magistrados de la Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia abrieron
en su contra porque según ellos, no sabemos basados en qué, cometió “faltas
graves”.
La fiscal General de la
República se enfrenta a su propia justicia, pero aún así salió a dar la batalla
quizás motivada por la deuda moral con el país. En su última rueda de prensa
ratificó la ruptura del hilo constitucional, o lo que es lo mismo, el golpe de
Estado dado por el TSJ; habló del proceso de desmontaje del Ministerio Público,
volvió a desconocer las sentencias 155 y 156, regañó a los diputados a quienes
les recordó que no están en desacato; y prometió defender con su vida la Constitución.
Una semana crucial e histórica.
Luisa está en manos de “Dios”;
pero no ese Dios omnipresente y omnipotente que tiene nombre según sea la
religión con la que se le adore; sino en las del “Dios” del Gobierno, ese que
no puede estar presente en ningún sitio fuera de Venezuela, pero sí omnipotente
por el poder que ostenta; ese, el del mazo horrible y con caspa que pone
delante de él todas las semanas. En manos de ese “Dios” está.
La saña es tal que,
antes de su comparecencia en el TSJ, a la doctora Ortega Díaz le prohibieron
salir del país, le congelaron las cuentas bancarias, así como también le
prohibieron vender sus propiedades; lo único que les faltó fue emitir la sentencia
firme, sin apelación y con la cantidad de años de arresto en el Inof, recinto
carcelario donde la jueza María Lourdes Afiuni estuvo casi cinco años presa por
la misma justicia que enfrenta hoy la Fiscal General.
La solicitud que hizo
Pedrito (Carreño), que seguramente se la redactaron en la misma Sala Plena del
TSJ para que no tuviese errores como la de la insania mental, ha puesto a Luisa
contra las cuerdas, muchos dirían: a probar una cucharada de su propia
medicina.
Por cierto, y valga un
inciso, a Pedrito siempre lo dejaban en una salita bien retirado del “Comandante
eterno” cuando visitaba la famosa casa Macondo de Miguel Enrique Otero;
mientras el hoy difunto Presidente Hugo Chávez, se mecía en la hamaca de la
casa y echaba los mil y un cuento.
El antejuicio de mérito
contra Luisa Ortega, no es nada parecido al del difunto Luis Miquelena, cuando
el entonces Fiscal General, Javier Elechiguerra, lo solicitó ante el TSJ; pues
había la presunción de que el presidente de la Comisión Legislativa de la Asamblea
Nacional había cometido el delito de tráfico de influencias, malversación
específica o sobregiros presupuestarios y falsedad en la declaración jurada de
patrimonio, por aquella famosa
contratación de una empresa para imprimir un millón de ejemplares del proyecto
de Constitución. En aquel momento hasta el mismo Chávez se alegró de la
independencia de poderes.
Doctora Luisa Ortega, y
disculpe que la tutee, por los vientos que soplan usted no correrá con la misma
suerte del “hombre fuerte de Hugo Chávez” hasta el 2002; dicen que los hombres
son del tamaño de sus adversidades, así que queda de su parte seguir
demostrando que su defensa por la Constitución es hasta las últimas
consecuencias.
Lo que no midió fue que
el Gobierno sería tan rápido, y no le dio chance de solicitar el antejuicio de mérito
contra Nicolás Maduro, por ejemplo; u ordenar investigaciones contra los
oficiales responsables de las muertes y la represión hoy resumidos al “éxito”
del coronel Lugo, quien con un empujón y tres gritos al presidente de la Asamblea
Nacional es la estrella del momento.
Finalmente, doctora,
aún y cuando el Cardenal Urosa Sabino, como máximo representante de la Iglesia
en Venezuela, la respalda; definitivamente y sin duda alguna, usted está en
manos del “Dios”.
Edward Rodríguez
@edwardr74
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