Recuerdo que para finales del año 2002 vi una película
colombiana que se llamaba “Bolívar soy yo”,
la trama consistía en la contratación de un actor para personificar al
Libertador en el comité de bienvenida a un grupo de mandatarios de las naciones
que libertó Bolívar en su gesta independentista. Aquel actor, que montando a caballo llega al
acto, da unas palabras de recibimiento, todos quedan altamente impresionados
con el histrionaje del personaje, pero se vuelve loco, sí, se vuelve loco pues
se creyó que realmente era Simón Bolívar.
Secuestra a los Presidentes y huye del lugar llevándoselos
de rehenes; es perseguido por todos los cuerpos de seguridad, recorre el río Magdalena
en una embarcación y de repente unos uniformados lo abordan. Los mandatarios se emocionan pensando que
llegaron a rescatarlos, pero de pronto aquellos uniformados saludan con honores
a “Bolívar”, evidentemente los rehenes quedan boca abierta al ver semejante
disparate. Al final aquel grupo armado resultó ser la guerrilla
de las Farc.
Relato esta historia pues así de disparatadas son las pretensiones
de algunos dirigentes políticos venezolanos que están en el exterior que en un
arranque de delirio quieren construir y establecer la figura de “Presidente de
Venezuela en el exilio”, que goce del reconocimiento de países e instituciones,
algo que si terminaría de ponerle la guinda a la maltrecha oposición.
Ya suenan nombres candidateables como los de Diego
Arria y Antonio Ledezma, quienes al parecer andarían en esa jugada acompañados
de banqueros prófugos y opositores radicales que ven desde Miami en algún café
de Brickell la posibilidad de tumbar a Maduro o de formar un “gobierno
venezolano” paralelo desde la ciudad norteamericana.
Si usted aún no ha escuchado este cuento pues váyase
enterando que en esa jugada andan supuestamente esos personajes. Hoy en día nos
guste o no, la institución que se mantiene en pie es la Asamblea Nacional, a mi
criterio de bajo perfil para el tamaño del problema en el que andamos metidos.
La otra es el TSJ en el exilio nombrado por ese mismo Parlamento
que se debate entre vivir o morir luego de la extraña aparición del nombre de Henrique
Capriles en la sentencia contra Maduro; se especula que las manos de quienes comulgan con ese
semejante disparate de “Presidente en el exilio” están metidas en ese asunto
contra Capriles. Por cierto, ya varios magistrados se pronunciaron al respecto.
¿Qué ganan los venezolanos con un Presidente en el
exilio? ¿Quién lo nombra? ¿Cómo ganó esas elecciones? ¿Quiénes le darán el
poder firmado de respaldo sin haber pasado por un sufragio?, son algunas de las
preguntas que saltan a la cabeza al escuchar y ver que un grupo delirante
comienza a transitar ese camino.
Mientras que Nicolás siga en el poder todo lo que se
pelee del lado de la oposición es una botella vacía, sólo la UNIDAD verdadera
de opositores dentro y fuera del país
permitirá que no se nos vuelvan locos los actores que aspiran ser “Presidente
de Venezuela en el exilio”, sin duda esto es una bufonada y otro disparate más.
Edward Rodríguez
@edwardr74
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